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21 de enero de 2012

Fin de semana en Sitges ( I )

No estábamos nerviosos hasta que les vimos aparecer en la estación de Sants, dónde habíamos quedado para ir juntos a pasar el fin de semana a Sitges. Loure, el payaso del grupo, hacía como que se escondía detrás de la maleta mientras se acercaban a abrazarnos y besarnos, como sólo se saludan y besan aquellos que saben que hay algo especial en su relación, muy especial.
Una chica muy guapa, de aspecto nórdico y nombre impronunciable nos enseñó el apartamento en Sitges. Un apartamento nuevo, bien decorado, pero sobre todo confortable y acogedor. El apartamento ideal para pasar un fin de semana a 4.
Después de ponernos cómodos salimos a dar una vuelta por Sitges, cenar algo y, como no, tomar algo en el “Carrer del pecat (Calle del pecado)”. Era bastante temprano así que prácticamente estábamos solos en el local, nos fuimos hacia el fondo y allí entre copa y copa empezaron los abrazos, caricias y besos, encendiendo nuestro deseo.
Ya de vuelta en el apartamento nos fundimos en la cama entre caricias, alargando los preliminares y juegos hasta el infinito. La otra pareja, además de guapísimos, son encantadores, sensuales y juguetones como nosotros, adictos también a las caricias, besos, mordiscos, a frotar cuerpo contra cuerpo y explorar cada centímetro de piel provocando torrentes de sensaciones indescriptibles.
A la mañana siguiente Loure se levantó temprano pero ya alguien había ido a comprar el desayuno y ya en ese momento comenzó a notar que lo observaba, lo traspasaba y lo desnudaba mentalmente, sintiéndose incapaz de mantenerle la mirada pero con el deseo de abrazarla y besarla. Poco a poco fueron apareciendo los demás, primero Alba y después Joseba (vamos a llamarle así).
Entre Alba y Joseba también saltaban chispas cada vez que se encontraban en el pasillo o pasaban uno al lado del otro, sin saber si contenerse o dar rienda suelta a sus ganas de abrazarse y sentirse.
Nos encontrábamos los 4 sumergidos en un ambiente cargado de electricidad en el que ante el más mínimo contacto saltaban chispas.
Era más de mediodía y lucía un sol radiante cuándo decidimos ir a dar una vuelta por Sitges, por sus calles estrechas y el paseo marítimo, sacando fotos que inmortalizaran ese fin de semana tan especial para todos.
- “Qué bien se está cuándo se está bien”. Decíamos sentados en una terraza a orillas del mar, bajo un sol radiante, con una cervecita fresquita y en compañía inmejorable.
¡Que pena que no se pudiera para el tiempo en ese instante!

Volvimos al apartamento para comer, pero sin hambre, al menos de comida. Queríamos volver a sentirnos, así que nos tumbamos los 4 en el sofá del salón, bajo un edredón, dejando que volvieran a aflorar las sensaciones de la noche anterior mientras pasaban las horas entre caricias, besos, sensaciones de todo tipo, completamente relajados y rendidos a ese momento en el que tan pronto te quedabas medio dormido como te despertabas de nuevo acariciando y besando.
¿Cuánto tiempo estuvimos así?, no lo recuerdo pero .... Ains ¡qué pena que no se pueda parar el tiempo!
Abrimos una botella de cava y, totalmente desnudos, cubiertos por el edredón, brindamos los 4 para que aquél momento no terminara nunca.

20 de enero de 2012

Fin de semana en Sitges ( II )

- ¿Dónde se han metido?. Se preguntan Alba y Joseba.
- Vete a ver si los ves, pero con sigilo ehh. Le dice Alba.

Estaban en el baño de la habitación, frente al espejo, desnudos, cuerpo contra cuerpo. Loure la agarraba por detrás, le acariciaba el cuerpo y le mordía el cuello, sin dejar de observarse en el espejo.
Joseba vuelve junto a Alba sabiendo que tienen vía libre para seguir explorando sus cuerpos. El sofá del apartamento se había convertido en su lugar preferido, aquél en el que daban rienda suelta a sus deseos y pasiones.
Nunca antes habíamos sentido algo así con otra pareja, ese grado de conexión, de atracción en el que cualquier mirada, gesto y roce desataba la pasión.

Se nos hizo tarde así que nos arreglamos y salimos a cenar sabiendo que era demasiado tarde para encontrar algo abierto, menos mal que encontramos una tapería en la que pudimos tomarnos unos “pan tumaca amb pernil” en pleno Carrer del Pecat.
Fuera se oía ya el bullicio de la fiesta y la marcha de la calle más famosa de Sitges.
Esta vez nos metimos en otro local, por cambiar, y se notaba ya que había mucho más ambiente que la noche anterior. No estaba lleno, pero había gente suficiente como para que nos cortáramos más a la hora de dejarnos llevar en nuestros deseos swingers, así que nos acomodamos en la barra y entre gintonics y los martinis de Loure nos dejamos envolver por la música y el ambiente.

Sonaba la canción de Michel Telo mientras Loure se la cantaba a Lía mirándole a los ojos.

- Sábado na balada
- A galera começou a dançar
- E passou a menina mais linda
- Tomei coragem e comecei a falar

De vez en cuando se escapaba una mano, ansiosa de acariciar y comprobar que aquellos cuerpos que teníamos delante eran reales, y así fue subiendo la temperatura, conteniéndonos pero imaginando y deseando lo que ocurriría al volver al apartamento.
Nos proponen pasar la noche intercambiados pero por separado, en habitaciones distintas. Ya no se trataba simplemente de compartir buenos momentos de sexo si no de compartir además, sueños, ronquidos, vueltas y despertares.
Es algo que no hacemos nuca, pero esta vez nos miramos y supimos que con ellos sí, nos encantaría adentrarnos en esa experiencia en la que, sin duda, con otros nunca nos hubiéramos atrevido.

Fue un fin de semana increíble, de estos que varios días después aún recuerdas como en una nube, sintiendo que el mundo avanza mucho más rápido que tu, a otro ritmo, sin dejar de pensar en cada momento, en cada detalle mientras echas miradas furtivas al móvil con la esperanza de encontrarte con un mensaje, con un whatsapp que te indique que no eres el único al que le ocurre.

8 de enero de 2012

¿Cuándo repetiremos?

Llegamos a su casa sobre las 21:30. La mesa estaba preparada y la cena casi lista. Se notaba que se habían esforzado para que todo saliera bien y así fue. La cena estaba deliciosa y la tertulia que la siguió aún mejor.
Las botellas de licores se iban agotando mientras jugábamos al “yo nunca”, destapando intimidades y calentando poco a poco el ambiente.
No recuerdo quién fue el que propuso ir al sofá, pero fue la mejor idea de la noche. No creo que tardáramos ni un segundo después de tumbarnos en buscar la boca de nuestros anfitriones, dejando volar las manos y, en un suspiro, había ya cuatro cuerpos desnudos retozando en el sofá.
Tenían unos cuerpazos de infarto los dos y nos dedicamos a recorrerlos, cada milímetro, disfrutando de sus cuerpos, de su ímpetu y de sus ganas de gozar y disfrutar de una noche mágica.
-Pero que chico tan travieso.
Le decía ella a Loure mientras el otro chico calbagaba sobre Alba haciéndola gritar y gemir de placer.
Nos dieron las tantas de la madrugada totalmente exhaustos y empapados en sudor.
¿Cuándo repetiremos?