Fuimos a cenar los 6 al Lizarrán, el mismo restaurante al
que fuimos la primera vez que visitamos Barcelona, y la cena transcurrió entre
pinchos, risas, miradas y anécdotas. Buen ambiente que ya anticipaba una gran
noche.
Rematada la cena decidimos ir al Training Pedralves, local
que nos trae magníficos recuerdos, y que esta vez encontramos mucho más
concurrido. Bajamos a la pista de baile, llena de parejas, y entre gin-tonics
empezamos a acercarnos cada vez más y más entre bailes sensuales y besos apasionados.
En algún momento de la noche sonaba “We are young” mientras nuestros juegos,
besos y excitación iban en aumento.
-¿Quién se atreve a subir a la barra? - Dice alguien
-Venga, vamos todos- Dice Loure
La barra estaba en la otra punta de la pista de baile y
hacia allí nos dirigimos. Unos llegaron antes, otros entre beso y beso tardaron
más, pero al final solo Loure y una de las chicas se atrevieron a subir.
Así iba transcurriendo la noche, cada vez con más ganas de
sentir nuestros cuerpos, piel contra piel, así que decidimos buscar un hueco en
alguno de los muchos reservados del Training Pedralves, pero para nuestra
desgracia estaban todos ocupados.
-Podemos ir los 6 a nuestra casa- Propone Lía.
Dicho y hecho. Salimos los 6 del local y en dos coches nos
dirigimos a casa de Joseba y Lía. Nosotros en el coche de los anfitriones;
Loure conduciendo con Lía de copiloto y en el asiento trasero Joseba y Alba
haciendo travesuras. Loure aprovechaba cada semáforo en rojo para acariciar y
besar a Lía, mientras, desde el coche que nos seguía, la otra pareja observaba
con deseo lo que sucedía en el nuestro.
Transcurrió rápidamente el trayecto, o eso nos pareció a
nosotros, y ya en casa de Joseba y Lía nos dirigimos los 6 al salón donde dar
rienda suelta a nuestros deseos.
El resto.... lo podéis imaginar.