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14 de marzo de 2012

Pin Up Party (KDD Barcelona)

Llegamos al aeropuerto del Prat a las 5 de la tarde, y entre unas cosas y otras al hotel a las 6. Ya en una terraza, al lado del hotel, nos encontramos con las primeras caras conocidas junto con otras parejas que no conocíamos. Empezaba el frenesí de presentaciones, nombres y nicks que ya no terminaría en toda la noche.

Subimos a la habitación, nos pusimos cómodos y sexys, y preparamos la habitación para pasar las horas de siesta con nuestros amigos Joseba y Lia. Apagamos las luces, encendimos un paquete entero de velitas que llevamos para la ocasión y, con la habitación en penumbra, esperamos, a la luz de las velas, por nuestros invitados.
Al momento golpearon la puerta y los dejamos entrar. Venían preparados para la ocasión con poquita ropa, muy sexy, debajo de los abrigos y una botella de cava fresquita.

Así empezó nuestra KDD de Barcelona, ¿existe manera mejor?

A las 21:30 quedamos en el hall del hotel para distribuirnos entre los dos autobuses que nos llevarían al local de la KDD. Otro punto de reunión en el que vuelves a saludar a los conocidos y te presentas a los que aún no conoces, añadiendo más confusión al batiburrillo de nombres y nicks que se empezaban a almacenar en tu cabeza.

El motivo de la KDD era el look PIN-UP y Rockabilly por lo que la decoración del local y la música se había escogido con esmero para la ocasión, y el atuendo de las más de 60 parejas que asistieron tampoco defraudó.

La fiesta comenzó con música más tranquila y el catering, de manera que las parejas podían charlar, unas con otras, presentándose y empezando a hacerse una idea de qué parejas les gustan más y con cuáles pueden tener un feeling especial.

A medida que avanza la noche se nota que la temperatura empieza a subir, los juegos y besos se multiplican al mismo ritmo que la cantidad de ropa disminuye. Para nosotros fue una noche mágica y especial, en la que en todo momento nos sentimos muy a gusto en nuestro circulo de amistades, con las que podíamos jugar de manera sensual y morbosa, besándote con unos y otros, tocando, acariciando, con la libertad que te da saber que allí todos están haciendo lo mismo y a nadie le va a importar.

Los reservados se iban llenando de parejas dispuestas a llevar los juegos y el calentón del momento hasta el final, mientras otras seguían en la pista de baile haciendo los juegos cada vez más explícitos.

En esta vorágine de besos, caricias, miradas, bailes, tocamientos y seducción nos volvimos a dejar guiar por nuestros amigos catalanes que nos enseñaron la casa en busca de un reservado libre donde dar rienda suelta a nuestros deseos. Estaba todo ocupado, excepto un reservado al lado de la pista y demasiado iluminado en el que nos metimos pero que no animaba a continuar más allá de unos besos apasionados, así que decidimos dejarlo para más tarde y volver a la carpa exterior donde seguiríamos charlando y tonteando con unos y otros.

Al hotel llegamos a las 6 de la mañana, y, aunque muy cansados, continuamos lo que teníamos pendiente con nuestros amigos.



No estuvimos en Barcelona ni 24 horas , pero eso sí, fueron unas horas muy bien aprovechadas que no olvidaremos jamás. Sin duda una de las mejores noches de nuestra vida.