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20 de enero de 2012

Fin de semana en Sitges ( II )

- ¿Dónde se han metido?. Se preguntan Alba y Joseba.
- Vete a ver si los ves, pero con sigilo ehh. Le dice Alba.

Estaban en el baño de la habitación, frente al espejo, desnudos, cuerpo contra cuerpo. Loure la agarraba por detrás, le acariciaba el cuerpo y le mordía el cuello, sin dejar de observarse en el espejo.
Joseba vuelve junto a Alba sabiendo que tienen vía libre para seguir explorando sus cuerpos. El sofá del apartamento se había convertido en su lugar preferido, aquél en el que daban rienda suelta a sus deseos y pasiones.
Nunca antes habíamos sentido algo así con otra pareja, ese grado de conexión, de atracción en el que cualquier mirada, gesto y roce desataba la pasión.

Se nos hizo tarde así que nos arreglamos y salimos a cenar sabiendo que era demasiado tarde para encontrar algo abierto, menos mal que encontramos una tapería en la que pudimos tomarnos unos “pan tumaca amb pernil” en pleno Carrer del Pecat.
Fuera se oía ya el bullicio de la fiesta y la marcha de la calle más famosa de Sitges.
Esta vez nos metimos en otro local, por cambiar, y se notaba ya que había mucho más ambiente que la noche anterior. No estaba lleno, pero había gente suficiente como para que nos cortáramos más a la hora de dejarnos llevar en nuestros deseos swingers, así que nos acomodamos en la barra y entre gintonics y los martinis de Loure nos dejamos envolver por la música y el ambiente.

Sonaba la canción de Michel Telo mientras Loure se la cantaba a Lía mirándole a los ojos.

- Sábado na balada
- A galera começou a dançar
- E passou a menina mais linda
- Tomei coragem e comecei a falar

De vez en cuando se escapaba una mano, ansiosa de acariciar y comprobar que aquellos cuerpos que teníamos delante eran reales, y así fue subiendo la temperatura, conteniéndonos pero imaginando y deseando lo que ocurriría al volver al apartamento.
Nos proponen pasar la noche intercambiados pero por separado, en habitaciones distintas. Ya no se trataba simplemente de compartir buenos momentos de sexo si no de compartir además, sueños, ronquidos, vueltas y despertares.
Es algo que no hacemos nuca, pero esta vez nos miramos y supimos que con ellos sí, nos encantaría adentrarnos en esa experiencia en la que, sin duda, con otros nunca nos hubiéramos atrevido.

Fue un fin de semana increíble, de estos que varios días después aún recuerdas como en una nube, sintiendo que el mundo avanza mucho más rápido que tu, a otro ritmo, sin dejar de pensar en cada momento, en cada detalle mientras echas miradas furtivas al móvil con la esperanza de encontrarte con un mensaje, con un whatsapp que te indique que no eres el único al que le ocurre.

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