Por fin era el día de la KDD FETICHE en Madrid. Salimos de
Vigo temprano, a las 7 de la mañana, bajo una lluvia intensa, para poder ir a
la comida organizada ese día.
Llegamos al hotel, donde también estaban alojadas el resto
de parejas de la KDD, con el tiempo justo de subir a la habitación, prepararnos
y bajar al hall para ir todos juntos al restaurante.
Después de los saludos, abrazos y besos a las parejas
conocidas, y las no tan conocidas salimos todos en cuadrilla hacia el
restaurante utilizando, como no podía ser de otra manera, el metro de Madrid.
¡Menuda Tropa! Jejeje
La comida se alargó hasta las seis y pico de la tarde, ya
que era un momento inmejorable para entablar contacto con el resto de parejas,
así que al llegar al hotel solo teníamos tiempo para una siesta rápida y a
prepararse para la fiesta FETICHE de esa noche.
Un autobús nos llevó a todos al aeroclub donde se habían
preparado dos grandes salones en exclusiva para la KDD; el primero el salón
comedor con grandes mesas redondas (para 5 parejas cada una) dispuestas por
todo el salón y que después serían retiradas para crear la zona disco (con su
iluminación y buena música), y un segundo salón que sería la zona de reservados
en la que se acondicionaron tatamis, sofás y camas, con mucho gusto y elegancia,
en las que se darían rienda suelta a la imaginación de las parejas.
Con la música llegó la fiesta. El baile daba pie a momentos
morbosos y la temperatura iba caldeándose por momentos al tiempo que disminuía
la cantidad de ropa sobre los asistentes. Se formaban las primeros grupitos de
parejas y los besos volaban de unos a otros.
En un momento de la noche decidimos ir a la zona de
reservados con otra parejita.
¡Todo lleno!
Miraras donde miraras solo se veían cuerpos entrelazados y
movimientos sensuales mientras los gemidos casi tapaban la música del salón
contiguo. Encontramos un hueco en unos sillones libres, donde empezamos a
besarnos, acariciarnos y tocarnos sin quitar ojo a las camas ocupadas esperando
que alguna quedase libre.
En este momento estaba Loure, en pie mientras la otra chica
de rodillas se la chupaba, cuando observó uno de los momentos más surrealistas
de la noche... la señora de la limpieza, con escoba y recogedor, cruzaba el salón
de reservados, la mirada al suelo y sin atreverse a desviarla, mientras a su alrededor
el sexo explícito lo embargaba todo. Por mucho que después tratase de contar lo que vio, poca
gente se lo iba a creer jejeje.
Así estábamos cuando por el rabillo del ojo vimos que un
grupito de parejas dejaban libre una de las camas. Sin perder tiempo, cogimos rápidamente
la ropa del suelo y la asaltamos como si de una fortaleza se tratara.
Fue una noche increíble y mereció la pena la paliza de coche
para poder vivir esos momentos